Por Michel Dalí, enviado especial
Londres,
5 ago (PL) En efecto, es de otro planeta y su nombre borrará de un
plumazo esta noche todas las noticias de los XXX Juegos Olímpicos de
Londres-2012: Usain Bolt aterrizó en Stratford.
Voló y lo hizo con categoría para confirmar que mientras exista Usain
Bolt, los 100 metros planos tienen dueño en el firmamento olímpico y en
el mundo.
La cuenta regresiva se ciñó a la frágil levedad de
9.63 segundos, récord olímpico que mejora el de Beijing-2008 de 9.69,
también de su cosecha.
Meses de especulaciones, cábalas,
desafíos. Nadie pudo con el relámpago. El jovencito Yohan Blake, otro
jamaicano, le sigue dando avisos, plata con un fulgurante 9.75, pero,
mientras sólo sean avisos, no hay problemas con Bolt.
La
noticia, el hombre más veloz del mundo es el mismo, el de siempre desde
hace cuatro años y más. Amenazas, todas las que una vez más lo obligaron
a exigirse a sí mismo.
El espectáculo, la respiración
contenida, los flashes intermitentes. Viene el disparo y para no variar
arranca perezoso, levanta a mitad del hectómetro y remata con la
increíble fuerza de los elegidos.
Bronce con méritos para el
estadounidense Justin Gatlin (9.79), el monarca de Atenas-2004,
sancionado por doping, de regreso a las pistas en forma admirable tras
cumplir la sanción.
Para los dubitativos y buscadores de
sensacionalismos, ya el mensaje de Bolt había sido muy claro en las
semifinales: 9.87, con una mirada de reojo hacia sus contrincantes al
borde de la meta.
Quedó pendiente la primacía mundial de 9.58
segundos en poder de Bolt desde el 16 de agosto de 2009. Cumplirá 26
años el 21 de agosto. Puede mirar todavía el horizonte con la frente
alta, muy alta. |
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