Los resultados del estudio, que abre una vía de estudio para evitar la recurrencia del cáncer, se publican en la revista ‘Cell’. Dentro del timo, las células cancerígenas están sumergidas en factores de crecimiento que las protegen de los efectos de los fármacos. Estas células son probablemente el origen de los tumores recurrentes.
Los investigadores planean comenzar en ratones pronto las pruebas que interfieren con uno de estos factores protectores. Estos fármacos se desarrollaron originalmente para tratar la artritis y ahora están en ensayos clínicos para este uso. Un fármaco de este tipo, utilizado en combinación con la terapia tradicional, podría eliminar las células tumorales residuales y evitar las recaídas.
Según explica Michael Hemann, responsable del estudio, “una terapia anticancerígena de éxito necesita incluir un componente que elimine las células tumorales así como un componente que bloquee las señales de prosupervivencia. Las terapias actuales contra el cáncer fallan en dirigirse a esta respuesta de supervivencia”. En su estudio los investigadores trataron a ratones con linfoma con doxorubicina, un fármaco utilizado para tratar una amplia variedad de cánceres, incluyendo los de la sangre.
Descubrieron que durante el tratamiento, las células que cubren los vasos sanguíneos liberan citoquinas, pequeñas proteínas que influyen en las respuestas inmunes y el desarrollo celular. Aunque se desconoce el mecanismo exacto, los investigadores creen que los daños en el ADN inducidos por la quimioterapia provocan que las células de los vasos sanguíneos lancen una respuesta de estrés que suele proteger a las células progenitoras, las células inmaduras que pueden convertirse en diferentes tipos de células de la sangre. Esta respuesta de estrés incluye la liberación de citoquinas como la interleuquina-6, que promueve la supervivencia celular.
“En respuesta al estrés ambiental, la respuesta física es proteger a las células privilegiadas de esa área, como por ejemplo las células progenitoras. Estos mecanismos son asimilados por las células tumorales, en respuesta a las terapias del cáncer de primera línea que utilizamos”, explica Hemann.
El descubrimiento supone la primera vez que los científicos han observado una señal protectora evocada por la quimioterapia en el área alrededor del tumor, conocido como microambiente tumoral. “Es completamente inesperado que los fármacos promuevan una respuesta de supervivencia. El impacto de los factores de supervivencia locales suele no considerarse cuando se administra la quimioterapia, menos aún que pueda inducir señales de pro-supervivencia”, añade el investigador.
Aunque debe comprobarse aún si los resultados se pueden trasladar a los humanos, el descubrimiento sugiere varias posibles dianas farmacológicas, incluyendo la IL-6 y una proteína llamada Bcl2, que se activa mediante IL-6 y dice a las células que deben mantenerse vivas. A pesar de que los investigadores observaron este efecto protector sólo en el timo, creen que deberían existir otras áreas protegidas donde las células tumorales se ‘ocultan’, como la médula ósea.
El descubrimiento podría ayudar a explicar por qué los tumores que se han extendido a otras partes del organismo antes de su detección son más resistentes a la quimioterapia, ya que podrían haber asimilado algún sistema de protección de las citoquinas para ayudarles a sobrevivir a los efectos de los fármacos.
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