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Los gérmenes de su pensamiento están contenidos en el libro La contraofensiva estratégica. Hay un hilo visible en la vida de Fidel, desde sus años de estudiante, pasando por la Sierra y los primeros años de la Revolución hasta hoy, y son sus principios.
Por eso a nadie le extraña que haya elegido el Aula Magna para la presentación de su segundo libro de memorias, que hilvane cartas y anécdotas de la guerrilla contenidos en el nuevo volumen y que se enfrente “al aparato publicitario”, que por estos días ha intentado tergiversar sus respuestas a la entrevista que le hiciera el periodista norteamericano Jeffrey Goldberg. “Casi debemos alegrarnos de la especulación, porque no pueden ignorar mis respuestas”, dice en breve aparte con un grupo de los panelistas habituales de la Mesa Redonda, que asistieron a la presentación del libro.
Es, sencillamente, fascinante la manera en que Fidel integra el pasado, el presente y el futuro a fuerza de principios, que son los que revelan la coherencia de su pensamiento. A propósito, Katiuska Blanco, la editora principal del libro, llama la atención sobre una frase que aparece en el parte escrito por el Comandante en Jefe, el 19 de agosto de 1958, leído por Radio Rebelde: “La victoria en la guerra depende de un mínimo de armas y un máximo de moral”.
LA CONTRAOFENSIVA ESTRATÉGICA
Es Katiuska quien primero menciona estas coincidencias. “Estremece presentar, Comandante, en la histórica Aula Magna de la Universidad de La Habana, el libro que conduce paso a paso, en largo recorrido por montañas y llanos, desde la Comandancia de La Plata hasta la ciudad de Santiago de Cuba, al triunfo definitivo de la Revolución cubana”.
En las primeras filas están los Comandantes, Capitanes, Marianas y combatientes de la Sierra. Con ellos en el Aula Magna, ya de por sí solemne con sus columnas y pinturas, su acústica particular y la gigantesca araña de luces, se respira una sensación de recogimiento espiritual, de ámbito sagrado.
“Este volumen es como una bitácora, una especie de diario”, añade la editora que ha tenido a su cargo el cuidado de esta edición y de la precedente, La victoria estratégica, presentada en el Palacio de las Convenciones el pasado 2 de agosto. El libro permite conocer aún más a Fidel como jefe exigente al tanto de lo máximo y de lo mínimo, “preocupado -añade Katiuska- más que por su suerte personal o por lo que puedan pensar de sí, por el deber que debe cumplirse para que a su vez la Revolución cumpla su destino.”
La escritora advierte que se revela aquí la visión táctica y estratégica del líder de la Revolución. Se expresa la conducta intachable de la guerrilla rebelde hacia los prisioneros y las normas éticas que guiaban al Ejército Rebelde, marcadas por el respeto a la dignidad humana. Se percibe, avanzando desde agosto de 1958 al 1 de enero de 1959 en que dura el viaje al que invita este libro, la obsesión de Fidel por ahorrar los suministros de guerra y no descuidar el hospital de campaña.
Pero ella subraya otra circunstancia excepcional de La contraofensiva estratégica. En pocos libros aparece de modo tan pleno la humanidad de Fidel, y pone el ejemplo de cuando él escribe que no puede llegar a un lugar porque está enfermo. Cuando dice que ama ya a su cámara fotográfica tanto como a su fusil. O cuando descubrimos que ha hecho un breve paréntesis para ir a ver a su mamá. Y cuando le escribe a los padres de los combatientes caídos y honra a los héroes de Baraguá.
Alberto Alvariño Atiénzar, vicejefe del Departamento Ideológico, añade otros datos de este volumen: en contenido, diseño, edición y producción de artes gráficas, se parece muchísimo a La victoria estratégica. Es también una maravilla bibliográfica, con títulos a relieve en la portada, fotografías, mapas y cartas inéditas, reproducidos de tal modo que el lector llega a tener la sensación de estar tocando documentos originales.
Este volumen tiene 608 páginas, con 72 de fotografías, el facsímil de 24 documentos históricos y 16 mapas reelaborados por cartógrafos y dibujantes, que permiten “ver” el lugar de las tropas y los combatientes en los combates que tuvieron lugar en la segunda mitad del año 1958. Están en proceso de impresión 90 000 ejemplares, de los cuales 70 000 serán destinados a la venta a la población y al mercado en frontera.
Alvariño aporta otro dato adicional: La victoria estratégica, el volumen precedente, ya está en proceso de reproducción de diversas editoriales extranjeras, que lo han solicitado en los idiomas de español, inglés, francés, alemán, checo, ruso, vietnamita, chino y árabe.
MIRANDO DE CERCA
Fidel se acomoda los espejuelos que “no son muy perfectos, porque no son bifocales, pero sirven para ver de cerca”. Y podría ser esta también una metáfora de la inmersión en la Historia que supone reconstruir minuciosamente los meses finales de la ofensiva rebelde, que llevó al Triunfo del 1 de Enero de 1959.
El Comandante ha visto de cerca, muy de cerca, y explica cómo ha sido la metodología del trabajo. Conversó con los combatientes, les pidió que buscaran papeles, fotos, lo que tuvieran y pudiera ayudar en el esfuerzo del libro. Lamenta no haber podido hablar con Calixto García, quien estaba muy enfermo cuando el Comandante estaba trabajando en esta edición y falleció recientemente.
Habría querido hablar con él, porque Calixto participó en la Batalla de Guisa, como refuerzo. En La contraonfesiva estratégica, el Jefe de la Revolución recuerda su participación en la Batalla de Guisa, donde se destacó especialmente “con una moral extraordinaria”. En diciembre de 1958, Calixto fue ascendido al grado de Comandante y al triunfar la Revolución era ayudante del Comandante en Jefe, con quien entró a La Habana el 8 de enero de 1959.
Más adelante comentará que cuando alguien comienza a reconstruir la Historia, incluso la que se ha vivido, es importante discutirla con otros que también la vivieron, para ser fiel a ella. Por eso la persistencia en los documentos, en los detalles. Luego se ve “que hay algunas cosas que nosotros hicimos, que si las volvemos a pensar no las hacemos igual… Pero todo lo que ocurrió tiene una razón de ser. El asunto no es elogiar lo que se hizo, sino estudiarlo y eso es posible con todos los documentos históricos.”
La Batalla de Guisa le recuerda los 10 días que las fuerzas guerrilleras tuvieron que invertir para tomar ese pueblo. “¿Qué impidió nuestro propósito de tomar Guisa mucho antes? Una pequeña fuerza al mando de un teniente rebelde, bastante autosuficiente, era la que debía cerrar el camino hacia Bayamo, apoyados por Braulio Curuneaux”, el valiente capitán rebelde -”el mejor oficial con que contamos”, admite Fidel-, que cayó casi al final de esta batalla.
Lee algunas cartas, particularmente las del 16 de agosto en que redactó tres, donde se nota la preocupación puntillosa del líder por la disciplina, el cuidado de las armas y el ahorro de los pertrechos. En una de las notas a Camilo, se nota además la cariñosa relación entre ellos, y el sentido del humor de Fidel:
Agosto 16 de 1958
Camilo: Tú como todos los demás tienes la tendencia a armar la mayor… [equivale a caos]* posible y dejarla como herencia por aquí.
No te has molestado siquiera en enviarme la lista de hombres, armas y balas que llevas. No sé tampoco si llevas una sola mina.
Imagino hayas dejado a cargo de alguien los rastrojos de los pelotones que quedaron por ahí.
Me gustaría aunque sea tener alguna noticia de todo eso.
Lamento no haber tenido tiempo de comunicarte una serie de planes muy importantes.
Si este mensaje te agarra todavía en Providencia, coge un caballo y ven a la Plata, aunque te retrases dos días.
Si ya has salido, sigue viaje, pero no dejes de mandarme los informes que te pido.
Apriétate los tornillos y no dejes de tener en cuenta que la fama, la jerarquía y los éxitos echan a perder un poco a la gente.
Si llegas a Pinar del Río tendrás un pelo de la gloria de Maceo, pero no te olvides que por todo el camino van a tratar de… [equivale a que fracase].
Fidel
En otra carta, el 21 de agosto, le escribía, subrayando la oración: “No dejes de mandarme la lista completa del armamento que llevas”. En el libro aparece un papelito, firmado por Camilo con esa misma fecha y la pronta respuesta: “Fidel, aquí va la lista de hombres, armas y parques…”
Esa relación personal, directa con la tropa y los oficiales, a quienes Fidel se dirige con respeto, pero sin medias tintas, incluye también el reconocimiento a aquellos que se destacan por su conducta. En la Orden Militar en la que le da al Comandante Camilo Cienfuegos la misión de conducir una columna rebelde desde la Sierra Maestra hasta Pinar del Rio, Fidel dispone que “para premiar, destacar y estimular los actos de heroísmo en los soldados y oficiales de la columna No 2 invasora Antonio Maceo, se crea la medalla al valor ‘Osvaldo Herrera’, capitán de dicha Columna, que se arrancó la vida en las prisiones de Bayamo, después de gallarda y heroica actitud de resistencia frente a las torturas de los esbirros de la tiranía.”
Y firma: “Fidel Castro Ruz, Comandante en Jefe, Sierra Maestra, Agosto 18, 58, 9 a.m.” Con la hora, detalle que sigue registrando 50 años después en sus Reflexiones.
RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA
En este libro, como advertía antes Katiuska, puede leerse sobre la conducta intachable de la guerrilla rebelde hacia los prisioneros y adversarios y un decálogo de respeto a la dignidad humana.
“Si hay justicia en la República, mañana no habrá venganza”, escribe Fidel en el Parte del 19 de agosto de 1958 que fue leído por Radio Rebelde, donde alertaba además sobre la posibilidad de un golpe militar ante el avance del Ejército Rebelde. Vaticinaba “una paz larga y sincera para Cuba”, a partir de que había observado “la calidad humana de muchos soldados, y a fuerza de sincero hubiera deseado que en vez de adversarios fueran compañeros de lucha. Me he preguntado muchas veces cuántos hombres valiosos habrán muerto en el engaño de que defendían algo por lo que valiera la pena luchar”.
Sin embargo, la dictadura adolecía de todo escrúpulo. Fidel relata el incidente con la Cruz Roja:
El día 15 (de diciembre de 1958) a [las] 3 de la madrugada, sin previo aviso y sin solicitar autorización del mando rebelde, un jeep de la Cruz Roja se puso en marcha por el desvío construido por el enemigo junto al Cautillo.
Apenas había caminado doscientos metros, al pasar sobre una mina de contacto esta hizo explosión destruyen- do el vehículo y matando a sus tripulantes. La culpa de este accidente la tiene, en primer término, la Jefatura de la Cruz Roja, que sin comunicarse con el mando rebelde y sin aviso previo alguno envía un carro en horas de la madrugada por un camino donde se está esperando el avance enemigo.
En segundo lugar, también es culpable el mando de la Dictadura, que utilizó un carro de la Cruz Roja como conejillo de Indias, autorizándolo a pasar por un camino minado sin advertirle el peligro.
El resultado fue la muerte de 5 humildes miembros de la Cruz Roja Cubana. Al amanecer, los tanques no avanzaron; se habían valido de la Cruz Roja para explorar el camino, y en lugar de soldados murieron pacíficos ciudadanos, que prestaban sus servicios en la humanitaria institución.
Fidel repasa muchos hechos curiosos del libro, que vuelven a lo mismo: la guerra del Ejército Rebelde lleva detrás un trabajo de orfebrería, en la que no se descuida ningún detalle. El Comandante, por ejemplo, escribía de su puño y letra cartas como esta:
Sierra Maestra Nov. 21, 58
A cualquier miembro del Movimiento 26 de Julio o del Ejército Rebelde:
El portador, que es lechero, tiene permiso para transportar leche al pueblo, haciéndose pasar como persona que no acata nuestras disposiciones, con el objeto de poder realizar misiones muy importantes.
Fidel Castro Ruz [firma]
P. D. Tengo sumo interés en que no se le obstaculice en ninguna forma.
“Es que hay cosas muy interesantes, realmente”, comenta el líder de la Revolución, y mira su reloj. “Hay muchas historias por el camino.” Hay mucha información en el libro, que llega justo hasta el 1 de Enero del 59, en Santiago de Cuba, con el discurso que pronunció en el Parque Céspedes de esa ciudad, el llamado a la Huelga General, los partes, los boletines especiales de Radio Rebelde. Nada escapa a este documentado viaje de cinco meses intensos.
“Son muchas batallas, pero no tantas como las que se están librando, en las que se utilizan todas las armas: la mentira, la calumnia. Por eso, además del libro, quería compartir con ustedes la situación internacional, los riesgos de guerra y las campañas que nos están haciendo”, dice reposadamente.
Mira a la audiencia, se acomoda los espejuelos “para ver de cerca”, aunque la mirada obviamente ya está en la línea del horizonte: “Estamos en un momento excepcional de la Historia humana…”
Mensaje de Fidel en la presentación de “La cantraofensiva estratégica”
Estamos en un momento excepcional de la Historia humana.
En estos días se cumplen los plazos concedidos por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que Irán cumpla las exigencias, dictadas por Estados Unidos, relacionadas con las investigaciones nucleares, y el enriquecimiento de uranio para fines médicos y la producción de energía eléctrica.
Es lo único que se le puede probar.
El temor de que busca la producción de armamento nuclear, es sólo una suposición.
En torno al delicado problema, Estados Unidos y sus aliados occidentales, entre ellos, dos de las cinco potencias nucleares con derecho a veto, Francia y el Reino Unido, apoyados por las potencias capitalistas más ricas y desarrolladas del mundo, han promovido un número creciente de sanciones contra Irán, un rico país petrolero y de religión musulmana. Hoy las medidas aprobadas incluyen la inspección de sus mercantes, y durísimas sanciones económicas que conducen a la estrangulación de su economía.
He seguido de cerca los graves peligros que encierra aquella situación, ya que de producirse un estallido bélico en ese punto, la guerra rápidamente se tornaría nuclear, de consecuencias letales para el resto del planeta.
No buscaba publicidad o sensacionalismo al señalar esos peligros. Sencillamente, alertar a la opinión mundial con la esperanza de que, advertida de tan grave peligro, pueda contribuir a evitarlo.
Al menos, se ha logrado atraer la atención sobre un problema que ni siquiera se mencionaba en los grandes medios de opinión mundial.
Ello me obliga a utilizar una parte del tiempo destinado al lanzamiento de este libro, en cuya publicación trabajamos con ahínco. No quería que coincidiera con los días 7 y 9. En el primero se cumplen los 90 días dispuestos por el Consejo de Seguridad, para conocer si Irán cumplió o no, con el requisito de autorizar la inspección de sus mercantes. La otra fecha, señala el cumplimiento de los tres meses de plazo señalados en la Resolución del 9 de junio, posiblemente dicho plazo era la intención del Consejo.
Hasta ahora, sólo tenemos la insólita declaración del Director General de la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica), el japonés Yukiya Amano, un hombre de los yankis. Este echó toda la leña al fuego y, como Poncio Pilato, se lavó las manos.
Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán comenta con merecido desprecio su declaración. Un despacho noticioso de la agencia EFE, señala que su afirmación de que “‘Nuestros amigos no deben preocuparse, ya que no creemos que nuestra región esté en condiciones para nuevas aventuras militares’, e ‘Irán está totalmente preparado para responder frente a cualquier invasión militar’ era una obvia referencia al líder cubano Fidel Castro, ‘quien alertó de la posibilidad de un ataque nuclear israelí a Irán con el apoyo de Estados Unidos’.”
Las noticias sobre el tema se suceden, y se mezclan con otras de notable repercusión.
El periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, ya conocido por nuestro público, publica partes de la larga entrevista sostenida conmigo, algunos de cuyos puntos interesantes ha ido programando, antes de un futuro y extenso artículo.
“Hubo muchas cosas extrañas durante mi reciente estancia en la Habana, [...] -cuenta él- pero una de las más inusuales fue el nivel de auto examen de Fidel Castro. [...] pero el hecho de que Castro estuviera dispuesto a admitir que había cometido un error en un momento crucial de la Crisis de los Misiles en Cuba parecía algo verdaderamente sorprendente [...] que se arrepentía de haberle pedido a Jruschov que lanzara los cohetes nucleares contra los Estados Unidos.” Es cierto, que me abordó el tema y me hizo la pregunta. Textualmente, como él lo expone en una primera parte de su reportaje, sus palabras fueron: “Le pregunté: En cierto momento parecía lógico que usted le recomendara a los soviéticos que bombardeasen a los Estados Unidos. ¿Lo que usted recomendó aún le parece lógico en estos momentos? Fidel respondió: Después de haber visto lo que he visto, y no valía la pena en lo absoluto.”
Yo le había explicado bien, y consta por escrito, el contenido del mensaje “…si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas, en esas circunstancias no debía dejarse dar el primer golpe, como el que asestaron a la URSS cuando el 22 de junio de 1941, el ejército alemán y todas las fuerzas de Europa atacaron a la URSS.”
Puede observarse que de esa breve alusión al tema, en la segunda parte de la entrega al público de esa noticia, el lector no podría percatarse de que “si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas”, en ese caso yo recomendaba impedir que el enemigo asestara el primer golpe, ni tampoco de la profunda ironía de mi respuesta “…de haber sabido lo que ahora sé…”, en obvia referencia a la traición cometida por un Presidente de Rusia que, saturado de sustancia etílica, entregó a Estados Unidos los más importantes secretos militares de aquel país.
En otro momento de la conversación Goldberg cuenta: “le pregunté si él creía que el modelo cubano era algo que aún valía la pena exportar.” Es evidente que esa pregunta llevaba implícita la teoría de que Cuba exportaba la Revolución. Le respondo “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros.” Se lo expresé sin amargura ni preocupación. Me divierto ahora al ver cómo él lo interpretó al pie de la letra, y consultó, por lo que dice, con Julia Sweig, analista del CFR que lo acompañó, y elaboró la teoría que expuso. Pero lo real es que mi respuesta significaba exactamente lo contrario de lo que ambos periodistas norteamericanos interpretaron sobre el modelo cubano.
Mi idea, como todo el mundo conoce, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista como Cuba.
Muchos amigos árabes, al escuchar que me entrevisté con Goldberg, se preocuparon y enviaron mensajes señalándolo como “el mayor defensor del Sionismo”.
De todo esto se puede deducir la gran confusión que existe en el mundo. Espero, por ello, que lo que les cuento sobre mi pensamiento sea útil.
Las ideas expuestas por mí, están contenidas en 333 Reflexiones, vean que casualidad, y de ellas, las últimas 26 están referidas exclusivamente a los problemas del medio ambiente y al inminente peligro de una conflagración nuclear.
Ahora debo añadir en muy breve síntesis.
Siempre he condenado el Holocausto. En las Reflexiones “El discurso de Obama en el Cairo”, “El zarpazo al acecho” y “La opinión de un experto”, lo expuse con toda claridad.
Nunca he sido enemigo del pueblo hebreo, en el que admiro su capacidad de resistir durante dos mil años la dispersión y la persecución. Muchos de los más brillantes talentos, Carlos Marx y Albert Einstein, fueron judíos, porque es una nación en la que los más inteligentes sobrevivían, en virtud de una Ley natural. En nuestro país, y en el mundo, fueron perseguidos y calumniados. Pero esto es sólo un fragmento de las ideas que defiendo.
Ellos no fueron los únicos perseguidos y calumniados por sus creencias. Los musulmanes, durante bastante más de 12 siglos, fueron atacados y perseguidos por los cristianos europeos, debido a sus creencias, como lo habían sido los primeros cristianos en la antigua Roma antes de convertirse en la religión oficial de aquel imperio. La historia debe ser admitida y recordada tal como es, con sus trágicas realidades y sus feroces guerras. De eso he hablado y, por ello, con toda razón explico los peligros que hoy corre la humanidad, cuando estas se han transformado en el mayor riesgo de suicidio para nuestra frágil especie.
Si a eso le añadiera una guerra con Irán, aunque fuese de carácter convencional, más valdría que Estados Unidos apagara la luz y se despidiera. ¿Cómo podría resistir una guerra contra 1 500 millones de musulmanes?
Defender la paz no significa, para un verdadero revolucionario, renunciar a los principios de justicia, sin los cuales, la vida humana y la sociedad carecerían de sentido.
Sigo pensando que Goldberg es un gran periodista, capaz de exponer con amenidad y maestría sus puntos de vista, que obligan a debatir. No inventa frases, las transfiere y las interpreta.
No mencionaré el contenido de otros muchos aspectos de nuestras conversaciones. Respetaré la confidencialidad de los temas que abordamos, mientras espero con interés su extenso artículo.
Las actuales noticias que llegan en torrente de todas partes, me obligan a cumplimentar su presentación con estas palabras, cuyos gérmenes están contenidos en el libro de “La contraofensiva estratégica” que acabo de presentar.
Considero que todos los pueblos tienen derecho a la paz y al disfrute de los bienes y recursos naturales del planeta. Es una vergüenza lo que está sucediendo con la población en muchos países de África, donde se ven millones de niños, mujeres y hombres esqueléticos entre sus habitantes a causa de la falta de alimentos, de agua y de medicinas. Son asombrosas las noticias gráficas que llegan del Oriente Medio, donde los palestinos son privados de sus tierras, sus casas son demolidas por monstruosos equipos y, hombres, mujeres y niños, bombardeados con fósforo vivo y otros medios de exterminio, así como dantescas las escenas de familias exterminadas por las bombas lanzadas sobre los poblados afganos y paquistaníes, por aviones sin pilotos, y los iraquíes, que mueren después de años de guerra, y más de un millón de vidas sacrificadas en esa contienda impuesta por un Presidente de Estados Unidos.
Lo último que podía esperarse eran las noticias de la expulsión de los gitanos franceses, víctimas de la crueldad de la extrema derecha francesa, que eleva ya a siete mil de ellos, las víctimas de otra especie de holocausto racial. Es elemental la enérgica protesta de los franceses, a los cuales, simultáneamente, los millonarios limitan el derecho a la jubilación, a la vez que reducen las posibilidades de empleo.
De Estados Unidos llegan noticias de un pastor del estado de la Florida, que se propone quemar en su propia iglesia, el Libro Sagrado del Corán. Hasta los jefes militares yankis y europeos en misiones punitivas de guerra se estremecieron ante una noticia que consideraban riesgosa para sus soldados.
Walter Martínez, el prestigioso periodista del programa Dossier de Venezolana de Televisión, estaba asombrado de tanta locura.
Ayer, jueves 9, en horas de la noche, llegaron noticias de que el pastor había desistido. Sería necesario saber lo que le dijeron los agentes del FBI que lo visitaron “para persuadirlo”. Fue un descomunal show mediático, un caos, cosas propias de un imperio que se hunde.
Agradezco a todos ustedes la atención prestada.
Septiembre 10 de 2010
Introducción de “La contraofensiva estratégica”
Por Fidel Castro Ruz
Este libro narra la forma en que el enemigo fue totalmente derrotado por el Ejército Rebelde, tras los últimos combates librados en la Batalla de Las Mercedes, que concluyó el 6 de agosto de 1958.
Entre esa fecha y el 1ro. de enero de 1959 transcurrieron cuatro meses y 25 días.
Las Fuerzas Armadas de Cuba eran sobradamente poderosas. Parecían instituciones imposibles de retar en el terreno militar por parte de civiles desarmados, sin conocimientos ni entrenamiento alguno en ese terreno. Fueron creadas y equipadas por Estados Unidos desde la ocupación de nuestra patria en 1898, con el pretexto de que España había hecho estallar el acorazado Maine en el puerto de La Habana, el 15 de febrero de 1898. Desde el 6 de agosto de 1958, en que finalizó aquella batalla, hasta el 1ro. de enero de 1959, cuando penetramos en Santiago de Cuba, en la provincia de Oriente, y terminaron los combates el día 3 de ese mes y año, las 100 000 armas y todos los medios terrestres, aéreos y navales, con que contaba aquella espuria fuerza, quedaron bajo el control total del Ejército Rebelde.
La enorme diferencia entre ambas partes contendientes creó la necesidad de moverse y combatir sin tregua ni descanso durante esos 147 días.
No intentaré narrar cada acontecimiento día por día, porque no terminaría en muchos meses. Hablaré únicamente de aquellos en los que participé, aunque solo los suficientes para explicar el contenido de este libro: La contraofensiva estratégica.
De nuevo se repitió la misma historia, me quedé sin jefes, todos marcharon con las viejas y nuevas columnas bajo sus mandos, reforzadas con más de 500 armas ocupadas, incluso, la ametralladora 50 con el valiente capitán Braulio Curuneaux* y su escuadra, que tan brillantes páginas escribió en las batallas del Primer Frente de la Sierra Maestra.
Partí el día 11 de noviembre de 1958 (mapa p. 548) con 30 hombres bajo el mando del teniente Orlando Rodríguez Puertas, seguido por aproximadamente 1 000 reclutas desarmados de la escuela de Minas de Frío en mi retaguardia, los que en 41 días, descontando algunas decenas de bajas en combate, fueron armados.
No tenía Estado Mayor ni contaba con jefes para las nuevas columnas, no disponía de ellos para crearlo. Yo mismo tenía que hacer ese papel, desde dictar instrucciones pertinentes a numerosas columnas, hasta asignar armas y recursos materiales o financieros a las tropas e, incluso, a determinadas personas por motivos justificados.
Los días restantes del mes de agosto y todo septiembre los dediqué casi por completo a esas tareas. Me ocupaba igualmente de la dirección del Movimiento 26 de Julio.
En la primera quincena de octubre dediqué parte del tiempo a los asuntos civiles, incluidos en la Administración Civil del Territorio Libre (ACTL), entre ellos, asuntos como los impuestos al arroz y al ganado. También dediqué horas a escribir mensajes a los comandantes Delio Gómez Ochoa, Eddy Suñol, Juan Almeida, por el orden en que fueron remitidos; y al doctor Luis Buch, que residía en Caracas y desempeñaba una misión importante. Algunas de estas comunicaciones estaban redactadas en una clave que ni yo mismo puedo descifrar ahora. Atendía los ascensos militares y la asignación de territorios de acuerdo con las situaciones cambiantes de la guerra.
La farsa electoral del 3 de noviembre de ese año ocupó de forma particular mi atención, por cuanto se trataba de una gran batalla política en que mediríamos fuerzas con la tiranía. Recordaba mucho las últimas elecciones que habían tenido lugar en noviembre de 1954, cuando estábamos en prisión, lo cual constituyó otra vez un severo y humillante golpe al pueblo por parte de la dictadura, en complicidad con la vieja politiquería, representada en esta ocasión por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) del doctor Ramón Grau San Martín. Poco tiempo después de la derrota batistiana, en diciembre de 1958, nadie más se acordó de ellos. Las nuevas generaciones no han oído mencionar nunca sus nombres.
En esas actividades transcurrieron los meses entre el final de la ofensiva de verano y la victoria del 1ro. de Enero de 1959.
En lo referido a la esfera militar, con el pequeño grupo que quedó a mi lado, como rutina, hostigábamos y realizábamos algunos ataques contra un batallón enemigo atrincherado tras los muros de una elevada muralla de tierra, erigida en torno a esa fuerza, con nido de ametralladoras instaladas en las partes altas que batían los alrededores del cerro, en las proximidades del Central Estrada Palma. Conservábamos todavía la 50 de Curuneaux y su dotación. Algunos choques fueron fuertes. La avioneta siempre nos asedió, aún en la madrugada, a veces con luna muy clara. Usábamos también un mortero 81 con escasos proyectiles, sin impulsores adicionales y muy poca puntería.
Solo un episodio de gran trascendencia tuvo lugar en octubre, antes de mi partida de la Comandancia de La Plata: el grave error del jefe de la Columna 11 de Camagüey, que costó severas y dolorosas bajas.
Considero suficientes estas líneas para iniciar de inmediato la narración.
*Aunque los medios de prensa y algunos libros han escrito Coroneaux, el apellido que consta en su firma y en el acta de nacimiento es Curuneaux (n. del e.).
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