Strike 3: Flashazos de postemporada (II)
Ciro, autoritario: Casi todos apostaban por un triunfo villaclareño en el día inaugural de su pleito con Granma. Los Naranjas fueron superiores en el campeonato, y gozan de más historia, y tenían la ventaja de ser anfitriones, y disponían del recio Freddy Asiel. Pero los Alazanes encaramaron a un veterano en la lomita, y el veterano salió decidido a que le descolgaran el dichoso sambenito de que “no gana el juego bueno”. Ciro Silvino Licea, uno de los lanzadores más consistentes del país en los últimos quince años, se plantó bonito ante un bateo que compiló .299 en el segmento regular, y apenas soportó un extrabases y ninguna carrera durante las nueve entradas de rigor. Y eso que se quería retirar…
Víctor, perseverante: El manager matancero probó ayer en la tarde que cree ciegamente en su filosofía, y que los avatares de un solo partido no bastan para refutarla. Si el martes boleó a Cepeda para lanzarle a Eriel y éste le despachó un jonrón definitorio, el miércoles, en igual circunstancia, optó por la misma decisión. A la postre, el máscara espirituano falló en elevado de foul, y la teoría de las probabilidades acabó premiando la terca entereza de un director polémico, pero muy “él”. ¿Quién lo habría predicho? Después de 98 desafíos de pelota, Matanzas sigue viva.
Cienfuegos, admirable: Más de una vez he escrito que los Elefantes se me antojan el mejor equipo cubano del momento. Tienen de todo un poco: corren como demonios, cuentan con el bateador más temible y temido de la Isla, les sobra hambre de gloria, gozan de un buen staff y, como remate, han redondeado un cuerpo directivo por encima de la media nacional. Anoche, Iday Abreu dio una lección de cómo se maneja el pitcheo en el béisbol moderno. Exprimió cuanto pudo a su abridor Entenza -descontrolado, pero dominante-, lo extrajo del montículo en el momento justo y apeló al zurdo Quintero únicamente para que se enfrentara a Malleta. Cumplida su misión, el siniestro dio paso al cerrador de la plantilla, Ibarra, y fin del cuento. Como del bando azul también lució el pitcheo, era un encuentro que merecía toques finos. Y los tuvo.
Las Tunas, a puro sprint: Los Leñadores ya no son los de antes. Gordo los ha puesto a corretear entre las bases, y ahora aderezan la voracidad de sus muñecas con la ligereza de sus piernas. Contra Ciego, los tuneros estafaron un trío de almohadillas, incluso echaron mano al doble robo demorado, y apoyaron así la faena conjunta de Yoelkis Cruz y Carlos Viera. No es menos cierto que el infield avileño se empecinó en hacer errores, pero Gordo y sus hombres no precisan de muchas ayudas para sacar victorias. Es un hecho.
(Tomado de Cubadebate)
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