La impunidad continúa hoy siendo parte del atentado terrorista contra un avión civil cubano que provocó la muerte de 73 personas el 6 de octubre de 1976 en Barbados, denunció la periodista venezolana Alicia Herrera.
En entrevista con Prensa Latina, la reportera consideró que a 35 años de ese “cruel y horrendo suceso” no cesa la cadena de dolor y el reclamo del pueblo de Cuba, especialmente de los familiares de las víctimas, para alcanzar la justicia.
Con indignación, Herrera recordó cómo los autores materiales del nefasto hecho, Hernán Ricardo y Freddy Lugo, le confesaron a ella su participación en el atentado y sus vínculos con los responsables intelectuales, Luis Posada Carrilles y Orlando Bosch.
Las aseveraciones de los criminales aparecen en el libro Pusimos la bomba… ¿y qué?, un texto de denuncia de Herrera publicado por primera vez en 1981, y cuya tercera edición de 2005 incluye documentos desclasificados que ratifican la culpabilidad de los terroristas.
Entre esos textos, señaló la escritora, aparece uno dirigido al secretario norteamericano de Estado en esa época, Henry Kissinger, en el cual está incluido un comprometedor comentario de Bosch durante una cena de recaudación.
Las palabras del criminal, citó Herrera, fueron: “Ahora que nuestra organización ha salido bien parada del trabajo de Letelier (se refiere al asesinato del canciller chileno durante el gobierno del presidente Salvador Allende ocurrido el 21 de septiembre de 1976) vamos a tratar de hacer algunas otras cosas”.
Según ese documento, un informante de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) oyó por casualidad cuando Posada Carriles afirmaba en septiembre de 1976 “vamos a golpear a un avión cubano”.
Esas evidencias y otras confirman la complicidad de Washington con los terroristas, un vínculo que continúa en la actualidad, criticó Herrera, quien se refirió además a informaciones hechas públicas en 2007 por Peter Kornbluh, analista principal del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Kornbluh sacó a luz que “Estados Unidos estuvo implicado, pues los exiliados opositores de (Fidel) Castro que planearon este crimen tenían vínculos anteriores con la CIA…, además, Posada y su empleado venezolano, Hernán Ricardo, quien colocó la bomba en el avión, eran bien conocidos por nuestro agregado del FBI (Buró Federal de Investigaciones) en Caracas”.
Otras afirmaciones contra los terroristas, entre ellas que “pocas horas después que el avión cayó al mar, varias fuentes del FBI identificaron a Posada y Bosch como autores de este ataque terrorista” son detalladas ampliamente, recalcó Herrera.
Pese a todas estas pruebas, enfatizó, Posada Carriles sigue libre en suelo estadounidense y hace poco tiempo lo llevaron a juicio por mentir a las autoridades migratorias norteamericanas, sin embargo, no lo juzgan como lo que es: un criminal.
Tampoco, manifestó Herrera, Washington extradita al terrorista a Venezuela, como solicita desde hace varios años Caracas, donde participó en hechos de sangre que ocasionaron luto a diversas familias.
Recordó que Bosch, vinculado también a la CIA, murió en Estados Unidos sin recibir castigos por sus fechorías y bajo el amparo del indulto que le concedió el presidente George Bush, padre.
La pregonada lucha de Washington contra el terrorismo es una gran mentira, ¿cómo creer en ella cuando esa nación permite que criminales se paseen por sus calles con total impunidad?, expresó Herrera.
(Con información de Prensa Latina)
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