18 de julio de 2011

Derrota Uruguay a Brasil por la vía de penales

Monólogos

17 Julio 2011 Haga un comentario

Por: Aliet Arzola Lima, estudiante de Periodismo de la Universidad de La Habana.

Imaginé de muchas maneras los cuartos de final de la Copa América entre Brasil y Paraguay, pero jamás pensé que coincidieran tantos monólogos, porque de eso se trató el duelo, decidido en favor de los guaraníes en la lotería de los penales tras de 120 minutos con gafas en el marcador.

Las primeras en aparecer sobre las tablas fueron las cientos de hermosas hinchas paraguayas y cariocas, quienes se dieron cita en los alrededores del Estadio Único de La Plata para adornar con su entusiasmo y fantásticas figuras los instantes previos y luego el transcurro de una aburrida puesta en escena de dos de los más potentes onces en toda Sudamérica.

La belleza llegaba desde las frías gradas rioplatenses, que de a poco alcanzaron cálidas temperaturas por el intercambio de dos aficiones geniales, que nunca cejaron en el empeño de darle algún atractivo a la obra. Todo lo contrario sucedía en el campo, donde los paraguayos prefirieron quedar como simples utileros y dejarle todo el protagonismo a los auriverdes, que asumieron el reto más por obligación que por convicción, algo que a la postre les pasó factura.

Sin embargo, suyo fue todo el desgaste ofensivo, tanto que la escuadra albirroja solo inquietó a Julio César con dos tiros lejanos de Edgar Barreto y Nelson Haedo Valdez sobre el minuto 90. El resto de las escenas tuvo como actores principales a los atacantes brasileños, que dieron un recital a viva voz sin la más mínima oposición de sus rivales, satisfechos con refugiarse en su campo y conservar la paridad.

De todas las formas lo intentaron los pentacampeones del mundo: disparos potentes y lejanos, exquisitas combinaciones en los linderos del área, cabezazos, remates a quemarropa, en fin, un arsenal puesto en función de conseguir el tanto que jamás llegó, sobre todo porque un paraguayo preparaba su unipersonal a la par de la canarinha.

Justo Villar es el arquero suplente del Valladolid en la Liga Española, pero con su selección la cosa cambia. Frente a Brasil se plantó simulando un muro y predispuso a los delanteros al acecho, que bailaron de todo menos samba. Frustró goles cantados de Lucio, Alexandre Pato, Fred y Neymar, desechos por semejante naufragio.

Ni los constantes embates de André Santos por la izquierda y tampoco el increíble esfuerzo de Robinho, cooperativo como nunca en labores de recuperación, despojado de cualquier vestigio de individualidad y fabuloso ejerciendo presión en la medular, lograron inquietar lo suficiente a Villar, consagrado como el mejor en la esperada función vespertina.

Por si no bastara, Mano Meneses en su papel de guionista y director decidió eliminar de la obra al actor estrella, Neymar, y con su salida desapareció la espectacularidad y la lucidez de los episodios cariocas, ya sin las dosis de emoción que habitualmente pone el joven protagonista, todavía necesitado de pulir un sinfín de detalles en su repertorio, pero con una capacidad innata para desequilibrar a los marcadores y generar ocasiones.

Sin Neymar sobre las tablas, Brasil prosiguió con el monólogo, aunque ya era previsible el fatal e inmerecido desenlace, pues Paraguay permaneció en bastidores, no hizo nada por ganar jugando al fútbol y apostó siempre por una hipotética tanda de penales, a sabiendas de que en tal circunstancia no vale de mucho ser pentacampeón del mundo o ganador en cuatro de las últimas cinco ediciones de la Copa América.

En la lotería se consumó la tragedia: Justo Villar agrandó tanto su figura que Elano, André Santos y Fred ni siquiera se acercaron a los tres palos, mientras un iluso Thiago Silva remató noblemente sin suerte. Por el bando opuesto, el vigoroso y prometedor Marcelo Estigarribia venció a Julio César, lo mismo que Cristian Riveros.

Al final, triunfo guaraní, en semifinales a golpe de empates, sin victorias ni derrotas, y prematura despedida de los actuales monarcas, que pese a llevar el peso de las actuaciones no supieron adaptar el guión para sacar de detrás de las bambalinas a los paraguayos, evidencia palpable de que la mejoría de Brasil con respecto a los últimos tres años no es tan clara. Falta mucho para disfrutar del jogo bonito, las secuelas del oscurantismo de Dunga son profundas.

Montaña de alegría. Los paraguayos festejan la clasificación.  Foto: Télam

Montaña de alegría. Los paraguayos festejan la clasificación. Foto: Télam

Vera va al piso, pero no logra impedir que Neymar escape. Foto:  AFP

Vera va al piso, pero no logra impedir que Neymar escape. Foto: AFP

Riveros y Cáceres marcan a Robinho. Foto: AFP

Riveros y Cáceres marcan a Robinho. Foto: AFP

Villar retiene abajo, Verón lo cubre, Neymar no llega. Foto: AFP

Villar retiene abajo, Verón lo cubre, Neymar no llega. Foto: AFP

Una fanática paraguaya y un hincha de Brasil posan para la foto  antes del partido por cuartos de final

Una fanática paraguaya y un hincha de Brasil posan para la foto antes del partido por cuartos de final

El día después

El día después de mañana Venezuela saldrá por primera vez a unas semifinales en la historia de la Copa América. Sí, no es un sueño, por muy increíble que parezca la vinotinto burló contra todo pronóstico el cerco de Chile y ahora ya integran el cuarteto de avanzada del fútbol sudamericano, en el cual brillan por su ausencia Brasil y Argentina, los eternos dominadores.

También eterna pareció la espera de los venezolanos, que jamás habían experimentado tal sensación, ni siquiera como sede hace cuatro años, cuando se esperaba rompieran el hielo. Sin embargo, aquella no era ocasión de sorpresas y desde temprano quedaron condenados a ver los juegos frente al televisor. Un duro golpe que tampoco encontró consuelo en la etapa de clasificación mundialista, en la que avisaron de su ascenso sin ser este suficiente para poner rumbo a Sudáfrica.

Ha transcurrido un ciclo y hoy, el día después de la hombrada ante los australes, queda tiempo para detenernos a analizar la magnitud del triunfo criollo, despojados por fin del cartel de “Cenicienta” que los acompañó durante muchos años y del cual, honestamente, no pensé llegaran a prescindir, pues el resto de los elencos en el área poseen un nivel fuera de discusión.

Chile, por ejemplo, saldó con buena nota la reciente aventura mundialista, cuenta en sus filas con futbolistas curtidos en las principales ligas europeas, con sobrada experiencia de tanto enfrentar compromisos de altísima categoría y mantiene estable una filosofía de juego gracias a la astucia de Marcelo Bielsa y Claudio Borghi, los últimos estrategas de la “Roja” de América.

Todos esos argumentos conspiraban para que Venezuela viera como una utopía desbancar al once que, junto a Uruguay, es la alternativa más loable a ocupar el trono de gauchos y cariocas: gigantes en horas bajas. Sin embargo, justo el día después despertamos con la vinotinto en semifinales pese a no haber incursionado en el Mundial y con una plantilla que, en su mayoría, jamás se ha probado en ligas foráneas.

Eso sí, César Farías, un entrenador joven (37 abriles) pero con las ideas muy claras, ha trabajado durante dos años a fin de lograr la complicidad entre sus jugadores, quienes al parecer están muy compenetrados. Existe un balance excepcional en cada línea, con Cíchero y Vizcarrondo liderando la zaga, Tomás Rincón en función de secante, Arango de box to box y Miku como referencia en la delantera junto al experimentado Maldonado.

Y en caso de no ser suficiente, aparecen los atacantes Luis Seijas y Salomón Rondón, dos arietes portentosos. Particularmente Rondón destruye defensas con su velocidad, más si es utilizado en los complementos, cuando las piernas pesan y ya no responden igual a los reclamos de la mente.

Con esas armas y una excelente organización aniquilaron cualquier tentativa chilena, encomendada solo a la perseverancia y calidad suprema de Alexis Sánchez y Humberto Suazo, los únicos capaces de inquietar al meta Renny Vega, otro de los héroes venezolanos.

Pero si tengo que otorgarle crédito a alguien por la victoria vinotinto me quedo con el capitán de siempre, Juan Arango, para muchos el mejor jugador venezolano de todos los tiempos. Suyas fueron las asistencias en los dos goles criollos, primero con un centro medido a la cabeza del vigoroso Vizcarrondo y más tarde, ya con el duelo empatado, embrujó la redonda con su pierna izquierda y Bravo dio un rebote aprovechado por Cíchero.

El día después de la hazaña, a los venezolanos solo les vale pensar en el día después de mañana, cuando midan fuerzas versus Paraguay en pos de enriquecer su ya brillante desempeño en tierras gauchas.

Un fanático chileno espera el comienzo del partido frente a  Venezuela. Foto: AP

Un fanático chileno espera el comienzo del partido frente a Venezuela. Foto: AP

Tomas Rincon, de Venezuela, controla el balón ante la marca de  Carlos Carmona, de Chile

Tomas Rincon, de Venezuela, controla el balón ante la marca de Carlos Carmona, de Chile

Oswaldo Vizcarrondo convirtió de cabeza el 1 a 0 para Venezuela  sobre Chile

Oswaldo Vizcarrondo convirtió de cabeza el 1 a 0 para Venezuela sobre Chile

A los 34 minutos, Vizcarrondo puso en ventaja a Venezuela frente a  Chile Foto: EFE

A los 34 minutos, Vizcarrondo puso en ventaja a Venezuela frente a Chile Foto: EFE

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