11 de octubre de 2010

Califican en EEUU de excepcional encuentro entre músicos cubanos y norteamericanos en La Habana


11 Octubre 2010 1 Comentario
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El Teatro Mella. Fotos: Frank Stewart/JALC

The New York Times reseña este lunes la gira de la Jazz at Lincoln Center Orchestra en Cuba, que consideró de excepcional.

A continuación fragmentos del artículo publicado en el diario, bajo la firma de Victoria Burnet:

La orquesta tocó en el Teatro Mella, durante visita de una semana en Cuba. “Me dijo: ‘usted tiene algo especial’”, recordó Kali Rodríguez, quien ha estudiado música durante siete años en el Conservatorio Amadeo Roldán de La Habana.

Marsalis llevó a Kali al teatro vacío y le dio una lección tarde en la noche, tocando blues en el piano, mientras el muchacho tocaba su trompeta. El maestro trompetista dio sus consejos de fraseo musical y algo de aliento, dijo Kali.

“Me dijo, ‘Usted es muy serio en lo que haces, y me gusta lo que haces’”, agregó Rodríguez, quien reconoció que estaba tan abrumado por la atención de Marsalis que rompió en lágrimas a medio camino de la clase . “Sentí que mi alma estaba saliendo de mi cuerpo. Quiero decir, si Wynton Marsalis dice que usted es bueno en la trompeta, entonces eso es una gran cosa. “

Los famosos músicos estadounidenses estuvieron en La Habana para un torbellino de reencuentros que los llevó desde la interpretación de la rumba hasta los vibrantes conservatorios en el que son educados los jóvenes talentos de Cuba.

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Dayron Rodríguez, el bongosero de 12 años. Foto: Frank Stewart/JALC

Dayron Rodríguez, que no es familia del joven trompetista, resultó ser un demonio del bongó. Tiene 12 años de edad y no se inmutó cuando fue invitado a tocar en el escenario con la banda del Lincoln Center y otros 13 músicos cubanos para el concierto final en el Teatro Mella. Kali, el trompetista, también intervino en el concierto.

“No es la primera vez que he tocado con grandes músicos”, dijo Dayron, quien señaló que había estado en un escenario con Yaroldy Abreu Robles, un amigo de la familia y percusionista del grupo de Chucho Valdés.

Los músicos del Lincoln Center se encontraron con un público entusiasta, mientras los cubanos estaban ávidos de toda la información posible.

Muchos miembros del grupo del Lincoln Center admitieron que estaban impresionados por los músicos jóvenes que participaron en los talleres. “Me encanta el talento de los cubanos, su actitud, su seriedad y su cultura”, dijo Carlos Henríquez, quien toca el bajo en la Lincoln Center. “La dedicación de estos músicos es increíble. No conseguimos algo así en los Estados Unidos.”

Se habló mucho de los puentes la semana pasada: el que existe entre Cuba y los Estados Unidos, y el que existe entre la música afro-cubana y el jazz norteamericano.

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Clase para los estudiantes de música. Foto: Frank Stewart/JALC

“El puente fue construido cuando Chano Pozo y Dizzy comenzaron a hacer sus cosas juntos - incluso antes de eso,” dijo Carlos Henríquez, en referencia al encuentro histórico en la década del 40 entre el percusionista cubano y Dizzy Gillespie. “Lo que hemos hecho esta semana es repavimentar ese puente.”

Ahora que el puente está en uso otra vez, los músicos se preguntan cómo mantener la fluidez del tránsito. Chucho Valdés, el veterano pianista y co-director artístico de la gira, dijo que el siguiente paso sería conseguir músicos norteamericanos que vengan al festival de jazz de La Habana en diciembre. El festival se ha mantenido en los últimos años, pero resultaba difícil para los estadounidenses asistir después que el presidente Bush endureció las restricciones de viajes en el 2003.

“Imagínese si pudiéramos lograr que los estadounidenses puedan venir a estudiar los ritmos afro-cubanos, que puedan ir venir sin ningún tipo de problema, sin política en el camino”, dijo Chucho. “Ese sería mi sueño.”

Por unos 200 años los ritmos afro-cubanos alimentaron la música norteamericana de la que surgió el jazz, tanto como el comercio y la gente fluía libremente entre La Habana y Nueva Orleans. Todo eso se paralizó con la política del bloqueo de Estados Unidos a la Isla, a finales de la década del 60.

Las dos ciudades podrán estar aisladas una de la otra, pero el espíritu de Nueva Orleans estuvo presente en La Habana durante la gira del Lincoln Center. “Veo muchas cosas aquí que son exactamente como en Nueva Orleans: la arquitectura, el sentimiento de la gente, el clima, la camaradería”, dijo Marsalis, oriundo de Nueva Orleans.

Se refirió a las raíces comunes africanas, como la bendición Yoruba cantada en la rumba cubana y la influencia que la habanera cubana tuvo en el ragtime. “La música cubana está en las raíces de nuestra música. Esta es una oportunidad para volver a conectarnos, para profundizar en nuestras raíces”, dijo.

Así que era lógico que la penúltima prueba de la gira concluyera con una presentación al estilo de Nueva Orleans. El sábado los músicos se presentaron ante 1.500 estudiantes de música de cinco escuelas de La Habana para un taller en el Teatro Mella, en que disertaron sobre los “tres pilares” del jazz - el swing, el blues y la improvisación - y llevaron a los estudiantes al escenario para improvisar con ellos.

Al final el público bailaba y aplaudía cuando los norteamericanos interpretaron el blues y desfilaron por la sala, detrás de una línea de trompetistas de Cuba, violinistas, clarinetistas y saxofonistas. Y a continuación, la banda salió del teatro, a través de la puerta del escenario y en la calurosa tarde de La Habana, siguió haciendo sonar sus bocinas, mientras los bailarines giraban pañuelos detrás de ellos. Una multitud saludó y aplaudió cuando los músicos se dirigieron a su autobús.

(Versión de Cubadebate)

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