Río
de Janeiro, Brasil, 21 jun (PL) El presidente ecuatoriano, Rafael
Correa, reclamó hoy ante la Cumbre Río+20 la corresponsabilidad de los
países desarrollados para salvar el planeta y abogó por un cambio
cultural y político en los esquemas de desarrollo.
En el 1997 el Protocolo de Kioto y hace 20 años la cumbre de Río,
pusieron límites al consumo de energía de origen fósil, recordó Correa,
pero el consumo total de energía ha aumentado.
Los países
latinoamericanos somos mucho menos consumidores que los países ricos,
pero es imprescindible un cambio en la noción de desarrollo, y recalcó,
no puede generalizarse un modelo de vida como el de un habitante de
Nueva York pues se requerirían cinco planetas para ello.
Cómo
entender multimillonarios salvamentos bancarios y no multimillonarios
salvamentos ambientales, preguntó Correa para afirmar luego que todo el
mundo sabe el diagnóstico y la respuesta.
El problema es
político, subrayó, y todo el mundo sabe quiénes son los que contaminan
el ambiente y quiénes los que generan bienes ambientales.
Si fueran los países pobres los que contaminan el planeta sin generar bienes ambientales ya nos hubieran invadido, subrayó.
El problema, acotó, son las relaciones de poder, los mercados
gobernando a las sociedades, el capital sobre los seres humanos y la
naturaleza. Ecuador ha propuesto un concepto de armonía que
contradice la noción de desarrollo basada en un crecimiento ilimitado
indeseable y para ello se requieren cambios culturales, dijo, y recordó
que su gobierno trajo a esta conferencia una propuesta que no fue
incluida.
La propuesta, explicó, de una Declaración Universal de
los Derechos de la Naturaleza, que no fue recogida en la declaración
final, y si no hay acuerdos vinculantes para protegerla y reconocer que
no es objeto sino sujeto con derechos, no habremos avanzado gran cosa.
Si se lograra una declaración universal de los derechos de la
naturaleza, vinculante, y con un tribunal internacional que obligue a
cumplirlos, se lograría un gran cambio para el buen vivir y la
sostenibilidad de nuestro planeta, recalcó.
Señaló que el
Protocolo de Kioto fue una acción colectiva para lograr un mejor balance
ambiental, un acuerdo vinculante, pero los incentivos que daba para un
mejor balance ambiental fueron insuficientes y hasta injustos.
Se compensaba la reforestación, pero no a los países que mantenían el
bosque en pie, comentó, y criticó no se ha llegado aún un concepto
integral que englobe todo lo que se debe compensar, como plantea la
propuesta ecuatoriana de Emisiones Netas Evitadas.
En términos
netos es el equivalente a limpiar o no ensuciar, y hay iniciativas que
permiten aplicar esos conceptos como la iniciativa ecuatoriana Yasuní
ITT, para dejar bajo tierra 846 millones de barriles de petróleo y
evitar la emisión de 407 millones de toneladas de dióxido de carbono
(CO2).
Eso significa para un país pobre como Ecuador renunciar a
obtener 14 mil millones de dólares, por eso, agregó, llamamos a la
corresponsabilidad internacional para evitar el calentamiento global,
las emisiones de CO2, y cuidar nuestro planeta. Ecuador no está
pidiendo caridad, porque es el principal contribuyente, al renunciar a
la mitad de lo que obtendría de explotar el petróleo, y el aporte
internacional iría a un fideicomiso para la reforestación de un millón
de hectáreas de bosques, el desarrollo social de la zona y el desarrollo
tecnológico.
Ayer, citó Correa, una joven neozelandesa nos dijo: ojala no vengan acá a salvar su casa sino a salvar el planeta.
Desde el Sur, enfatizó, podemos llamar a la conciencia global, pero la
esperanza es que los indignados del primer mundo se rebelen y cambien
esa relación de poder para dejarle a nuestros hijos un planeta al menos
tan bello como el que recibimos. |
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