París, 5 abr (PL) Los tres principales candidatos a la presidencia francesa develaron ya sus propuestas a la población con miradas diferentes en temas económicos cruciales, como la situación del empleo, los salarios, el régimen fiscal y las finanzas públicas.
El último en detallar su proyecto fue el actual presidente y aspirante a la reelección, Nicolás Sarkozy, quien en su denominada Carta a los Franceses explicó 33 ofertas, de las cuales ninguna constituyó una sorpresa.
Desde el año pasado las políticas del ejecutivo están centradas en la austeridad para resolver la crisis de la deuda y el déficit fiscal y su programa de trabajo no es una excepción.
"Todas mis proposiciones se articulan alrededor de un objetivo: equilibrar las finanzas públicas en 2016", señaló el candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
Para lograrlo necesita obtener ingresos adicionales por unos 124 mil millones de euros, la mayoría de los cuales saldrá del recorte del gasto social, lo cual implica menor inversión en salud, educación, vivienda y otros servicios esenciales.
Su visión sobre el desempleo, los salarios y las pensiones tampoco mostró cambios respecto a sus acciones de gobierno.
Insiste en incorporar la formación obligatoria a quienes tengan mucho tiempo en paro, abaratar el costo de la mano de obra en beneficio de los empleadores y a los jubilados apenas les prometió adelantarles la fecha de pago de sus pensiones.
Sarkozy proyecta aliviar el peso de la deuda con los ahorros en el gasto público, lo cual traslada el costo de este plan sobre las espaldas de la población de medianos y bajos ingresos.
Su principal rival, el socialista François Hollande, prometió crear 150 mil nuevos empleos en el sector estatal, una buena parte de ellos en la educación.
Para mejorar la capacidad de consumo familiar y estimular la economía se dispone a congelar el precio de los carburantes, aumentar las ayudas para escolarización y vincular el salario mínimo al índice del crecimiento económico y no al de la inflación.
Las vías para financiar su plan son aplicar un impuesto del 75 por ciento a las ganancias superiores a un millón de euros anuales y suprimir una parte de las exoneraciones fiscales -los denominados "nichos"- de que se benefician muchas grandes corporaciones.
Al inicio de su campaña Hollande declaró a las grandes finanzas como "el principal enemigo", si bien atemperó el tono en los últimos tiempos y tampoco insistió en someter a revisión el acuerdo de austeridad firmado por la zona euro para enfrentar la crisis.
Según los analistas, esta es una de las razones por las cuales su simpatía en las encuestas se detuvo e incluso retrocedió algunos puntos.
Pese a ello encabeza, junto a Sarkozy, la intención de voto para la primera vuelta y los sondeos le dan una ventaja relativamente cómoda en la ronda decisiva.
El tercer candidato en la disputa es Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda, quien logró un repunte calificado aquí como sorprendente en los sondeos, gracias a un discurso donde incluye las principales inquietudes de la población.
Mélenchon se dispone a defender el empleo fijo y para ello establecerá un tope máximo del cinco por ciento de puestos temporales en las grandes empresas y del 10 en las pequeñas y medianas.
De los tres principales candidatos es el único que habla con claridad de aplicar un aumento neto al monto del salario mínimo, lo cual beneficiaría a millones de trabajadores en el país.
También proyecta aplicar severas contribuciones a los grandes beneficios, personales y corporativos, para pagar con esos ingresos la deuda pública y equilibrar las finanzas.
Estas tres visiones sobre la actualidad económica francesa estarán sometidas a escrutinio público en la primera vuelta de las elecciones del 22 de abril, de donde saldrán los dos contendientes que volverán a las urnas el 6 de mayo para definir al ganador.
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