6 de marzo de 2012

La esposa del cubano Gerardo Hernández pide a Obama un gesto humano

Gerardo y Adriana

Gerardo y Adriana

Adriana Pérez O’Connor lleva 14 años sin ver a su esposo, Gerardo Hernández, uno de los cinco cubanos encarcelados en EEUU por conspiración para cometer espionaje, y su esperanza es que la presión internacional fuerce al presidente estadounidense, Barack Obama, a adoptar una medida de gracia que les permita reunirse.

“La solución está hoy en manos del presidente Obama”, dijo a Efe Pérez O’Connor, que está en Ginebra para entrevistarse con responsables de distintas instancias de la ONU con el objetivo de que aumente la presión sobre Washington, en lo que las familias y el Gobierno cubano consideran como un caso motivado políticamente.

Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González, fueron condenados a distintas penas de cárcel por un tribunal de Florida (EEUU) en 2001 por conspirar y operar como agentes extranjeros sin haberlo notificado al Gobierno estadounidense.

Integraban la red “Avispa”, desmantelada tres años antes en el sur de Florida, y reconocieron durante el juicio que eran agentes del Gobierno de La Habana, pero que no espiaban a EEUU, sino a “grupos terroristas de exiliados” que conspiraban contra Cuba.

Sólo uno de ellos está hoy en día en la calle. Se trata de René González, que salió de la cárcel en octubre pasado tras cumplir una condena de 13 años, pero que no podrá regresar a Cuba hasta 2014, cuando terminen los
otros tres años de libertad vigilada que le impusieron.

La pena más contundente fue para Hernández, condenado a dos cadenas perpetuas y a 15 años de privación de libertad, tras un juicio que, según diversas instancias internacionales y organizaciones no gubernamentales, no reunió las garantías básicas.

Las denuncias del Gobierno cubano y de las familias logró que el grupo de trabajo de la ONU sobre detenciones arbitrarias instara a Washington en 2005 a dar una solución al caso de “los cinco”, con cuya situación se han solidarizado, entre otros, el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y 10 premios Nobel de la Paz.

Pérez O’Connor explica que ha sido la presión ejercida en los últimos 14 años lo que ha conseguido cambiar la percepción que se tenía del caso, y recuerda que al principio nadie les escuchaba porque se daba por buena la versión de que los agentes habían sido sorprendidos cuando espiaban en EEUU y que, por lo tanto, las condenas eran justas.

En este sentido, considera que se ha ganado “la batalla de la verdad”, pero no la de la vía legal, la única que puede devolver la libertad a sus familiares o, al menos, permitir que las autoridades estadounidenses abran la mano en lo que se refiere a las visitas.

A Pérez O’Connor se le ha negado reiteradamente un visado para viajar a Estados Unidos y visitar en la cárcel a su esposo, y no tiene muchas esperanzas de que las cosas vayan a cambiar.

“Hemos agotado todos los recursos legales. No hemos logrado obtener nuestra visa y sistematizar la regularidad de las visitas de las familias, que tienen como derecho los presos”, afirma la esposa de Gerardo Hernández, que mantiene el contacto con su marido mediante cartas -”revisadas y censuradas”- y conversaciones telefónicas, “que no pueden prolongarse más de quince minutos”, según explica.

Las familias dan por hecho que no hay marcha atrás en los tribunales estadounidenses y han optado por “influir en Obama, que es premio Nobel de la Paz, para que ponga fin a esta injusticia”.

“Sabemos que la Administración de Estados Unidos no va a tomar una decisión de forma espontánea y voluntaria. Tiene que ser bajo la mirada internacional, bajo la exigencia de todas las personas que puedan transmitir a este Gobierno el interés de este caso, que le hace mucho daño a la imagen de Estados Unidos”, agrega.

“Han transcurrido casi 14 años desde que están presos -continúa Pérez O’Connor-. Es tiempo suficiente para que se haga un gesto”.

Adriana Pérez O’Connor tiene 42 años y no ve a su marido cara a cara desde los 28, un tiempo que es consciente de que no va a recuperar, pero en el que no quiere pensar porque lo importante es “luchar con la convicción de que los vamos a tener con nosotros”.

Conoció a Gerardo Hernández en la Universidad y asegura que pese a la distancia sigue manteniendo la misma complicidad con él y los mismos proyectos de futuro, una palabra que utiliza poco.

Ha pensado muchas veces en el reencuentro con su marido, pero prefiere no hablar de ello y dejar que ese momento tome forma por sí mismo cuando llegue: “lo que imagino me lo guardo para mi”.

(Con información de EFE)

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