3 de enero de 2012

El 2011 fue el año de las sorpresas

Dos simpatizantes de Ocupa Wall Street fueron detenidos el pasado  fin de semana en Iowa cuando se manifestaban afuera de la oficina de  Michele Bachmann, aspirante a la candidatura presidencial de EU por el  Partido Republicano. Foto: Reuters

Dos simpatizantes de Ocupa Wall Street fueron detenidos el pasado fin de semana en Iowa cuando se manifestaban afuera de la oficina de Michele Bachmann, aspirante a la candidatura presidencial de EU por el Partido Republicano. Foto: Reuters

El 2011 fue año de sorpresas en y para Estados Unidos. Expertos, analistas, encargados de inteligencia, políticos, think tanks, los grandes medios, nadie pronosticó casi nada de lo que ocurrió en país ni en el resto del mundo.

La gran sorpresa de 2011 fue la rebelión, desde la primavera árabe hasta el otoño estadunidense, pasando por los movimientos de los indignados en Europa. Por ello la revista Time nombró persona del año al manifestante.

Aparentemente nadie de las cúpulas o de los expertos se imaginó la primavera árabe, ni mucho menos la caída de lo que afirmaban era uno de los regímenes más estables (y con mayor financiamiento estadunidense) en la región: Egipto. De hecho, aún están descubriendo la disidencia dentro del sistema que tanto apoyaban.

Aunque descubrieron, con el alzamiento de Plaza Tahrir, a los jóvenes, apenas van enterándose de otros actores, como los trabajadores.

En un extraordinario reportaje del Washington Post, se revela que una mujer obrera fue tal vez el origen de la rebelión en Egipto. Hace cinco años se desató una huelga en demanda de mejores salarios en una fábrica textilera en Mahalla el-Kubra. Todo empezó con Wedad Demerdash, de 44 años de edad, madre de cuatro hijos y trabajadora en la fábrica de hilados de algodón Misr Spinning & Weaving Co en el centro industrial de Egipto, al lado del Nilo.

Ella ayudó a organizar la huelga en diciembre de 2006, acción que nutrió otras acciones laborales que culminaron con el llamado a un paro nacional el 6 de abril de 2008. Esa es la fecha que inspiró al grupo de Facebook 6 de abril, el cual después fue utilizado para convocar a las manifestaciones en la plaza Tahrir en enero de 2011. El Post cuenta que al principio los hombres de la fábrica titubearon en sumarse a esa huelga en 2006, y que fue Demerdash quien asumió el liderazgo de las mujeres en una marcha a la planta coreando ¿dónde están los hombres?, aquí están las mujeres, hasta avergonzar tanto a sus compañeros que finalmente se unieron a ellas. Tres días después, los trabajadores triunfaron.

El Post señala que se suele olvidar el papel de los trabajadores en el alzamiento en Egipto, pero que desde el inicio ellos se sumaron a las manifestaciones en Tahrir y continuaron realizando huelgas por todo el país a lo largo de 2011 hasta hoy día.

En Estados Unidos, la aparición de Ocupa Wall sorprendió a cúpulas, a expertos y a gran parte de la izquierda. Pero también había antecedentes y pugnas que ya avisaban de algo.

En febrero y marzo se realizó algo casi inusitado con la ocupación del Capitolio del estado de Wisconsin por trabajadores del sector público -sobre todo burócratas, trabajadores de servicios sociales y de salud, y maestros- durante semanas, apoyados por estudiantes, sindicalistas de todo el país, granjeros y hasta inmigrantes. Eso fue detonado por el intento del gobernador republicano y sus aliados de partido en el Congreso estatal de anular los principales derechos laborales -sobre todo la negociación del contrato colectivo- con trabajadores del sector público.

Esa iniciativa, además, era sólo una de varias que se intentaron aprobar en varios estados más. La movilización y su apoyo a nivel nacional asustaron a las cúpulas, y es posible que se impulse un referendo para expulsar al gobernador de su puesto (ya se logró hacerlo con dos legisladores republicanos que promovieron la iniciativa).

Las pancartas indicaban protesta como un egipcio y si Egipto logró la democracia, por qué Wisconsin no. De hecho, un líder sindical egipcio, Kamal Abbas, actor clave en la rebelión de su país, envió un mensaje a los trabajadores de Wisconsin: estamos con ustedes como ustedes estuvieron con nosotros.

Meses después, en los campamentos y acciones de Ocupa Wall Street, uno se topa con participantes de ésta y otras luchas más. Vale recordar que las movilizaciones sociales más grandes de Estados Unidos en años fueron las encabezadas por millones de inmigrantes a mediados de la década pasada (que sorprendieron a todos, incluidos los grandes medios), como el movimiento contra las guerras, y antes de eso, la gran sorpresa de Seattle con la cual nació aquí el movimiento altermundista. De repente, y lo que provoca la mayor preocupación entre el 1 por ciento y las autoridades, es que los participantes de este mosaico de luchas anteriores se está encontrando en las calles de cientos de ciudades y pueblos a lo largo del país. No hay nada más peligroso que estas expresiones de democracia para las cúpulas, recuerda una y otra vez Noam Chomsky.

Aquí aún no hay una plaza Tahrir, pero el hecho de que el movimiento no sólo se comunica y dialoga entre diversas luchas locales, sino también con los egipcios y otros rebeldes en los países árabes como los de Europa y -en gran medida a través de inmigrantes- con los de América Latina preocupa a las cúpulas. La solidaridad entre el 99 por ciento también es peligrosa para el 1 por ciento.

El gran historiador rebelde Howard Zinn contó en entrevista con La Jornada que la historia está repleta de sorpresas, que casi nunca se han pronosticado los grandes cambios ni el inicio de los movimientos más importantes. De hecho, dijo que su labor de historiador era rescatar las incontables pequeñas acciones de gente desconocida que lleva a esos grandes momentos.

En su autobiografía Zinn escribió que el cambio revolucionario no llega como un momento cataclísmico (¡cuidado con tales momentos!), sino como una sucesión interminable de sorpresas, caminando de manera zigzagueante hacia una sociedad más decente. Agregó que no creer en la posibilidad del cambio dramático es olvidar que las cosas han cambiado, no lo suficiente por supuesto, pero lo suficiente para demostrar lo que es posible. Nos hemos sorprendido antes en la historia. Podemos ser sorprendidos de nuevo. De hecho, podemos hacer la sorpresa.

Todo promete que 2012 será otro año de sorpresas (ojalá que sean las que hacemos y no las que se nos hacen).

(Tomado de La Jornada)

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