Jonathan Jurejko
BBC
Con un cariño casi incondicional a los cigarrillos y al alcohol, el estilo de vida de la leyenda del fútbol Sócrates pudo haber provocado la condena de varios entrenadores en la actualidad.
Pero, tras su muerte este domingo, lo que nadie discute es que fue un maestro del mediocampo, una leyenda.
Sócrates, quien con su visión casi telepática y su habilidad podía desbloquear una defensa con cualquiera de sus piernas, es ampliamente recordado como uno de los grandes futbolistas de todos los tiempos.
Con su banda en la cabeza y la barba poblada, el hombre que nació como Socrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira se convirtió en el símbolo de toda una generación de aficionados al fútbol.
Nunca llenó el estereotipo de los futbolistas.
Con opiniones filosóficas contundentes, haciéndole honor al gran maestro griego, Sócrates nunca se preocupó mucho por cohibirse a la hora de expresarlas.
Eso lo llevó a que se le conociera no sólo por sus habilidades con el balón, sino también por sus posiciones políticas y su activismo.
Política
Sus dos pasiones se fundieron a mediados de los años 80, en el seno del Movimiento Democrático Corinthians, cuando en el ocaso del régimen militar brasileño, el club de Sao Paulo se convirtió en el único equipo del mundo que llevaba a cabo elecciones democráticas internas. Un símbolo claro de rechazo al gobierno castrense.
Probablemente, la mayoría de los futbolistas de su edad nombrarían a Pelé o a Garrincha como sus ídolos. Sócrates tenía a otros en la lista.
Entre sus héroes estaban Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, los hombres que lideraron la Revolución Cubana y el ex Beatle y activista por la paz John Lennon.
Como el trío anterior, Sócrates participó en la actividad política, pues sentía que era una obligación hacerlo.
“La gente me dio el poder como un futbolista popular”, le dijo a la BBC en julio de 2010.
“Si la gente no tiene el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos. Si yo estuviera del otro lado, no del lado de la gente, no habría nadie que escuchara mis opiniones”.
“Lo mejor que el fútbol me dio fue la oportunidad de conocer a los seres humanos. Conocí a personas que sufrieron muchísimo y también conocí el otro lado de la sociedad, los que lo tienen todo. Pude ver las dos caras de la sociedad en la que vivimos”.
El capitán
En su propio consultorio, Sócrates también vio el dolor.
El doctor, que se negó a jugar fútbol profesionalmente hasta que no finalizó sus estudios universitarios a los 25 años, ejerció la medicina en la ciudad brasileña de Ribeirao Preto. Lo hizo cuando decidió colgar sus zapatos deportivos en 1989.
En la cancha, fue el corazón de la selección brasileña de inicios de la década de los ochenta.
Con agonía vio sus sueños desmoronarse cuando, en España, no pudo convertirse en el cuarto capitán de la verdeamarela en alzar una copa del mundo.
El torneo buscaba marcar el regreso triunfal de las estrellas de lacanarinha a la cúspide del balompié mundial.
Brasil superó la etapa inicial del certamen con una ofensiva tan imponente y elegante como arrogante. Derrotó a su archirrival en Sudamérica y defensora del título, Argentina, con una victoria histórica de 3-1.
Pero, después, una derrota 3-2 contra Italia, complicó sus aspiraciones. Sólo necesitaban un empate para avanzar a las semifinales.
Las cosas no mejoraron cuando, cuatro años después, en México, Sócrates falló un penal en los cuartos de final contra Francia. El resto fue historia con acento argentino.
Sin embargo, su actitud ante la vida que se reflejaba en su estilo relajado al jugar, tuvo millones de seguidores, no sólo en Brasil, sino en todo el mundo.
“Cuando le puse a uno de mis hijos Fidel, mi madre me dijo: ‘Es un nombre un poco fuerte para un niño’. Y le respondí: ‘Madre, mira lo que me hiciste a mí’”, le contó a la BBC en 2010.
Sócrates en breve
- Nació el 19 de febrero de 1954 en Belem do Para
- Jugó en Botafogo y Corinthians en Brasil y en Fiorentina, Italia
- Ganó 60 partidos con su país y jugó dos mundiales
- Terminó su carrera Flamengo y Santos antes de retirarse en 1989 a los 35 años
- Murió, a los 57 años, en 4 de diciembre en Sao Paulo, Brasil
- Un vocero del hospital Albert Einstein confirmó que había sufrido un choque séptico relacionado a una infección intestinal.
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